Capítulo II del libro Propaganda Política de Sergio Cedeño
El capítulo analizado en esta síntesis es acerca de la historia de la propaganda. El autor inicia con los datos de la propaganda política en el antiguo oriente, haciendo mención de los indicios de esta rama de la comunicación en las civilizaciones integradas por lo egipcios, hebreos, fenicios, caldeos, asirios e hindúes.
Pueden encontrarse en la Biblia pasajes típicos de la propaganda; que la legislación más antigua de la humanidad, el código de Hammburabi, era también una forma de perpetuarse de su autor. En el antiguo oriente ofrece el ejemplo de Sun Tzu, quien escribió acerca de estrategia militar y también de estrategia propagandística.
El autor se adentra en la época de las antiguas Grecia y Roma, época en la que vemos a Aristóteles y Platón hacer aportes de mucho valor a la teoría propagandística y de la persuasión.
La iglesia católica post medieval es presentada como la cuna de la propaganda moderna, y no es para menos porque en ésta es cuando la propaganda es moldeada como un conjunto de técnicas diseñadas y aplicadas para adoctrinar y obtener adherentes o adeptos.
En ésta época, el papa Urbano II preparaba su ejército para iniciar una Guerra, posteriormente conocida como “Las Cruzadas”. Para el calentar las masas y convencerlas de que pelearan, en una plaza pública enumeró las atrocidades que los musulmanes habían “supuestamente” cometido, incluyendo el saqueo de iglesias católicas para hacer ritos islámicos, la violación de mujeres cristianas, y ultrajar los altares cristianos.
En el mismo discurso, Urbano II habilidosamente balanceó su llamado a las emociones con relatos de las atrocidades supuestamente cometidas por el enemigo, con una visión práctica de lo que el estaba ofreciendo a aquellos que participaran en esta sagrada cruzada. El recordó a la audiencia que la tierra a la que él les estaba invitando a ir “nadaba con miel y leche… como otro paraíso de delicias”, y que la tierra que ellos dejarían atrás era “muy pequeña para su pueblo” y probablemente pobre en la producción de comida.
El autor aborda el tema de la reforma de Martín Lutero, así como la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe (Sacra Congregatio Propaganda Fide), iniciada por Urbano VIII.
Cedeño continúa con la mención de los precursores modernos de la propaganda y sus aportes:
El italiano Nicolás Maquiavelo (Niccole Machiavelli), con sus obras El Príncipe y los Discursos sobre la primera década de Tito Livio;
Napoleón Bonaparte, quien tuvo grandes iniciativas en el manejo de la opinión pública a través de la propaganda política;
Napoleón III, sobrino de Napoleón Bonaparte, quien heredó y superó la labor propagandística de su tío;
Lenin y la propaganda marxista-leninista, considerado como uno de los mejores propagandistas de todos los tiempos;
Hitler, quien junto a Goebbels, “corrompió la forma leninista de la propaganda, ya que solo la utilizó como elemento movilizador, pero sin contenido real que contribuyera a cambios sociales;
Goebbels, jefe de propaganda del partido Nazi, se dedicó en cuerpo y alma a desarrollar las diversas técnicas de propaganda que dieron muy buenos resultados a los Nazis; y
Mussolini y la propaganda fascista, quien fue un dictador italiano con gran manejo de las técnicas y el arte de hacer propaganda.
Por último, Sergio Cedeño presenta los continuadores de la propaganda marxista-leninista con sus aportes:
Stalin, sustituto de Lenin, quien continuó las técnicas de Lenin, la agitación y la denuncia;
Mao Tse Tung, continuador de la escuela marxista, quien proponía que, para que la gente aceptara el marxismo de manera gustosa, se debían ir imponiendo las ideas gradualmente a través de la persuasión y la reeducación.
Aparecen también aportes de Thomas Paine, Thomas Jefferson, Franklin Delano Roosevelt, John Fitzgerard Kennedy, Richard Nixon, Eisenhower, Churchill, De Gaulle, Gandhi y Martin Luther King.
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