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¡No es amor todo lo que se siente!

NO ES AMOR TODO LO QUE SE SIENTE


DE MICHEL QUOIST.- “Triunfo”. Herder.


El amor, la palabra mágica de todos los tiempos, no siempre expresa lo que parece decir, y lo que uno cree escuchar. Puede disfrazar y encubrir actitudes y realidades muy distintas del verdadero amor.

El hombre, con harta frecuencia, no sabe amar; cree amar y no hace sino «amarse a sí mismo». A lo largo del camino que lleva al amor, muchos se detienen seducidos por los espejismos del amor. Si te emocionas hasta las lágrimas ante un sufrimiento, “si sientes palpitar fuertemente el corazón” ante tal o cual persona, esto no es amor sino sensibilidad. Si te dejaste prender en su poder pacífico o en su encanto, si, seducido, te abandonas, no es amor sino una rendición. Si, turbado, te extasías ante su belleza y “la contemplas para gozar de la misma”, si su espíritu te parece distinguido y buscas el placer de su conversación, no es amor sino admiración. Si quieres a toda costa conseguir una mirada, una caricia, un beso, “si estás dispuesto a todo para tenerla en tus brazos y poseer su cuerpo”, no es amor; es un deseo violento nacido de tu sensualidad. Amar no es sentirse emocionado por otro, sentir afecto sensible por otro, abandonarse a otro, admirar a otro, desear a otro, querer poseer a otro. Amar, en su esencia, es entregarse a otro y a los otros. Amar no es «sentir». Si esperas sentirte empujado al amor por la sensibilidad, amarás a pocos, en la tierra, y a buen seguro, no a tus enemigos. Amar no es un paso instintivo sino la decisión consciente de tu voluntad de ir hacia los otros y entregarte a ellos.

Algunos siempre encuentran su camino, el camino de sí mismo. Olvídate de ti y amarás con más seguridad, correrás hacia el amigo que viste desde tu ventana. El deseo, la admiración, el afecto sensible, pueden desprenderte de ti mismo y arrojarte al camino de la entrega, pero no son aún el amor. El Señor te los ofrece como medios - especialmente en la unión del hombre y la mujer para ayudarte al olvido de ti y conducirte al amor. El amor es un camino con dirección única: parte siempre de ti para ir a los demás. Cada vez que tomas algo o a alguien para ti, cesas de amar, pues cesas de dar. Caminas contra dirección.

Cuanto encuentras en tu camino se te ofrece para darte facilidades para amar más. El alimento, para desarrollar la vida que has de dar. El CD, la película, el libro, para enriquecerte, para disfrutarlo y prepararte para dar más. Los estudios para conocer mejor a los demás y prepararte para mejor servirles. Tu trabajo para colaborar con tu esfuerzo en la construcción del mundo y procurar pan para tu hogar. El amigo para daros el uno al otro y, más ricos ambos daros a los demás. El esposo, la esposa, para dar conjuntamente la vida, el hijo para darlo al mundo, y luego a otro/a.

Acoge todo cuanto es bueno, pero compártelo con los demás. En el momento en que los coges para separarlos y guardarlos “para ti”, aunque sólo sea por un instante, muere el amor en tus manos. Si cortas flores, es para atarlas en manojo. Si las atas en manojo es para ofrecerlas a la amada. La flor no está hecha para que se mustie en tus manos sino para dar alegría y fructificar. Igualmente, en la vida, si te sientes incapaz de pasar ante un objeto o un rostro sin acapararlos para ti solo, sigue tu camino. Para amar, hay que ser capaz de renunciar a uno mismo.

Examina con frecuencia la autenticidad y pureza de tus amores. No te limites a preguntarte: ¿amo? Di más bien: ¿renuncio a mí mismo, me olvido, me entrego? No te forjes la ilusión de amar al dar cosas, dinero, un apretón de manos, un beso, incluso un poco de tu tiempo, de tu actividad, si no te das a ti mismo. Amar no es principalmente dar algo sino, ante todo, darse a alguien. Amarás tanto cuanto te des por entero en tus dádivas, aun las más materiales.

El verdadero amor «libera» las cosas y nos libera a nosotros mismos, nos vuelve libres.¿Por qué llamar con silbos a tu perro si está atado y no podrá alcanzarte? ¿Por qué decir: me doy, si sigues siendo esclavo de las cosas, las personas o de ti mismo? Si te «aferras a» tus cosas, a tus libros, a tus negocios o a tu obra, a tu acción o a tu comodidad, a tus gustos o a tus relaciones a tus amigos por ser tus amigos, no podrás dar ni darte.

Si estás «atado», para poder amar es preciso que te desates. Estar «desatado» no es ser indiferente; al contrario, es apreciar, admirar, complacerse, amar de tal modo que no se quiera acaparar ni quedar un solo minuto sin dar al otro provecho de las propias riquezas. Ama más quien más se da. Si quieres amar sin límites has de estar presto a dar tu vida entera, es decir, presto a morir a ti en favor de los otros y de otro.

Si crees que amar es fácil, te ilusionas. Todo amor, cuando es auténtico, te cargará tarde o temprano con la cruz, pues después del pecado cuesta olvidarse y morir a uno mismo. Después del pecado, amar es ser capaz de crucificarse por los demás. Si pretendes recibir nada obtendrás, hay que dar. Si das, diciendo: luego me tocará recibir, nada obtendrás. Hay que dar sin esperar recompensa. Si das lealmente sin esperar nada, lo conseguirás todo. Lo más difícil en el amor es el riesgo, la renuncia Por eso retrocedes con frecuencia ante el amor auténtico. Dudas, engañado y seducido por la oferta inmediatamente rentable de los amores falsos. Tienes miedo de no conseguir y tomas un anticipo. Si amas te das. Si te das te vuelves rico de los demás. De este modo el amor engrandece infinitamente a quien ama, puesto que quien acepta desprenderse de sí mismo descubre a los demás y se une a la humanidad entera. El amor falso, el egoísmo, la vuelta a si llevan siempre consigo la decepción, la frustración de la persona, puesto que es un fracaso de expansión, es envejecimiento, es muerte. El amor verdadero ofrece siempre la alegría, puesto que es expansión de la persona, perfeccionamiento, donación de la vida.

Cristo es quien más ha amado, no porque experimentó más grande afecto sensible por los hombres, sino porque fue quien más les dio. Y lo más conscientemente posible, y lo más voluntariamente posible, y lo más gratuitamente posible, con toda generosidad y hasta el sacrificio de sí. Si cesas de dar, dejas de amar. Si dejas de amar, dejas de engrandecerte. Si cesas de engrandecerte, dejas de perfeccionarte, dejas de expandirte en Dios, puesto que amar es seguir el camino de Dios y encontrarle.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
DE DONDE SACASTE ESE POEMA
Anónimo ha dicho que…
Si cesas de engrandecerte, dejas de perfeccionarte, dejas de expandirte en Dios, puesto que amar es seguir el camino de Dios y encontrarle.

EL AMOR,SANA,LIMPIA,REVIVE Y LLENA EL CORAZON DE FELICIDAD.........
!!!busca a DIOS!!!

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