“Mafalda no es solamente un personaje de historieta más; es, sin duda, el personaje de los años setenta”, es Mafalda, la contestaría, como afirma en su prologo Umberto Eco.
Lo curioso es que también el personaje sigue teniendo valor para nosotros hoy, y para futuras generaciones, contestataria como siempre.
Escuchar muerto de la risa todas las noches a mi primito de 5 años fue lo que me atrajo a ella. ¿Cómo es que a un niño, que hace poquito aprendió a leer, le atrae y divierte tanto esta muñequita?
Nunca imaginé que Braulio le iba a dar tanta importancia a un librito de cómics que le compré en la universidad por 10 pesos. Hoy tiene 12 años y tiene la colección de las maravillosas tiras que todavía lee y disfruta.
La quinoterapia, como llama Gabriel García Márquez a las tiras de Quino, se ha expandido en toda mi casa y hasta a algunos amigos. Es que Mafalda, sus padres y sus amigos son un espejo en el que vemos reflejada a nuestra sociedad con toda nitidez.
Admiro esta heroína iracunda, como la llamara Umberto Eco, porque a su corta edad piensa como muchas personas adultas no pueden. Me gusta Mafalda porque me identifico con su forma de ver la vida y cómo le inquietan los problemas sociales de su época, que son muy parecidos a los de la mía. Una de las razones primordiales que me motivan a leerla es la ecuanimidad, mezclada con dulzura, con la que constantemente pone en aprietos a sus padres.
Por ejemplo, al preguntarle a su madre por qué tenía que obedecer una orden, ésta le respondió con la excusa favorita de los padres: "¡Porque te lo ordeno yo, que soy tu MADRE!"; a lo que Mafalda replicó, dejando su madre sin argumentos: "¡Si es cuestión de títulos, yo soy tu HIJA! ¡Y nos graduamos el mismo día! ¿O NO?".
¡¡¡Es una fresca!!! Pero sus argumentos son tan verdaderos e inesperados que te hacen reír hasta las lágrimas.
Mafalda es una pequeña con grandes preocupaciones y argumentos. Vive preocupada por las coyunturas de su época, como son: la guerra de Vietnam, las guerrillas en Latinoamérica, el Papa, las crisis de los estudiantes universitarios, la revolución musical de los Beatles, los viajes espaciales, la superpoblación, la guerra atómica y las armas nucleares, la fuga de cerebros de los países subdesarrollados, la existencia de la Cortina de Hierro, el Muro de Berlín, los desfalcos, la corrupción, los malos gobiernos, las desigualdades e injusticias sociales, la liberación de la mujer, los hippies, etc.
En muy poco se parecía Mafalda a sus compañeros. Su pandilla está integrada por Felipe, Manolito, Susanita, Miguelito, Guille, Libertad y Burocracia.
Susanita es la representante de la clase burguesa y conservadora de Argentina. ¡Imagínense como se llevan Mafalda y ella! Dos mentes totalmente diferentes. Susanita es la simple ama de casa quien sólo piensa en casarse y criar muchos hijitos. Es tan aérea y egoísta que ni si quiera es capaz de darse cuenta de ello.
En una ocasión Mafalda le leía lo siguiente: “Debes pensar en los demás antes que en ti mismo”. A lo que Susanita respondió: “Pensar antes, sí. Pero si no te aclaran cuánto tiempo, ¿Una cómo sabe? ¿Debo pensar media hora en los demás y luego una semana en mí misma? ¿Cinco minutos en los demás y luego seis meses en mí misma? ¿Un segundo en los demás y luego veinte años en mí misma?” La pobre Mafalda terminó desconcertada al final de esta conversación.
Felipe, tímido y soñador, es flojo y no quiere ir a la escuela. Quino explica que se basó en un viejo amigo que es todo lo contrario a Mafalda: “él es soñador, volador, es intelectual con dos graciosos dientes de conejito, que juega ajedrez, resuelve crucigramas y adora al Llanero Solitario. Parece que anduviese de puntillas por la vida para no molestar a los demás”.
Manolito, hijo de españoles, es un personaje fundamental en las tiras. Es el personaje menos favorecido en lo que se refiere a la escuela pero muy habilidoso a la hora de sacar las cuentas y contar efectivo. Ayuda a su padre en su almacén y siempre esta prodigando por doquier las excelencias del almacén don Manolo. A él y a Guille al que le gusta la sopa. Además odia con toda su alma a los Beatles y a Susanita debido principalmente a los insultos que Susanita le dice sobre su inteligencia. Su ídolo es Rockefeller y su meta es tener una gran cadena de supermercados cuando sea mayor.
Manolito vive en su propio mundo, y sus comentarios nunca están dentro del contexto. Es la persona que hace las preguntas más inútiles, del de las preguntas que no sirven para nada como, por ejemplo: ¿Cuánto pesa un árbol?
Libertad tiene una actitud existencialista y por demás conflictiva. Constantemente se niega a aceptar las cosas tal y como se las presentan. Es físicamente la más pequeña, pero piensa y habla como pocas personas adultas.
Libertad fue el último personaje de la tira. Se puede denominar a Libertad como una Mafalda pero en versión más radical, más restrictiva. Según Quino Libertad representa la ídem. Su madre es traductora de libros en francés y viven en un pequeño apartamento pero se esfuerzan en demostrar que es más grande de lo que aparenta.
Miguelito es el penúltimo niño más pequeño del grupo. En el se demuestra la ingenuidad y el descubrimiento del mundo. Es uno de los personajes que más se hace querer debido a su forma de ser. Mafalda lo conoció en la playa estando de vacaciones y resultó vivir cerca de ella; pronto conocería a todo el grupo. No se lleva mal con nadie del grupo pero debido a su poco conocimiento de las cosas y su gran imaginación siempre está con cuestiones absurdas o con deducciones sin sentido. Lucha por encontrar su propia identidad.
Guille es el hermano pequeño de Mafalda. Es rebelde e ingenuo. Su inocencia es la principal causa del éxito de sus tiras. Junto con Manolito, a Guille le gusta la sopa lo cual no hará más que provocar enfados con su hermana mayor. Las tiras editadas sobre Guille son escasas pero hay que decir que las existentes son todas de una altísima calidad. Envuelto en su mundo pequeño e ingenuo, Guille no se relaciona prácticamente con el grupo por lo que casi siempre sale sólo o con Mafalda "Mafaddita” como él la llama.
Burocracia es una tortuguita. Es la mascota de Mafalda. Es lenta y muy caprichosa a la hora de comer. Su lentitud es una muestra fidedigna de la burocracia.
Existe un punto interesante acerca de todo esto. Generalmente cuando admiramos una obra de arte no podemos dejar de vincularla con su autor. Pero en este caso, Mafalda, aún diciendo lo que Quino quiere que diga, parece tener vida propia.
A Mafalda la admiramos como si fuera una más de nuestras amigas. La queremos como si en realidad fuera una niña… la concebimos no como un personaje sino como TODA MAFALDA.
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